El embarazo adolescente a nivel mundial
La adolescencia es un periodo de transición hacia la adultez, en donde se presentan cambios biológicos, psicológicos y sociales que repercutirán en el desarrollo de la vida adulta. Alrededor del mundo se estima que existan 1,8 billones de adolescentes, sin embargo, más de la mitad de estos adolescentes viven en países en desarrollo con altos niveles de pobreza. El neurodesarrollo en esta etapa es activo y el proceso de maduración de la corteza prefrontal no termina sino hasta los 25 años de edad aproximadamente, lo que explica las conductas riesgosas e impulsividad en los adolescentes. El embarazo durante esta etapa es una de las consecuencias de esta inequidad socioeconómica y se asocia a múltiples complicaciones materno-fetales. A nivel mundial, la tasa de fecundidad adolescente es de 46,7 nacidos vivos por cada 1000 mujeres entre 15-19 años, pero en regiones menos desarrolladas, estas tasas se incrementan hasta 101,7 nacidos vivos en África y 68 nacidos vivos en Latinoamérica, representando un importante problema de salud pública. En este sentido, Latinoamérica y el Caribe son parte de las regiones que menor porcentaje de disminución han presentado en las últimas décadas y poseen la mayor frecuencia de embarazos adolescentes de la fecundidad global, con un aproximado del 18%. El bajo grado de instrucción académica, la falta de servicios de salud sexual y reproductiva, la actitud negativa de la población hacia el uso de la anticoncepción y el bajo conocimiento de los adolescentes son barreras socioeconómicas considerables en países de bajos ingresos que podrían explicar este comportamiento, por lo que el objetivo de esta revisión es presentar los aspectos más importantes que influyen en la alta tasa de fecundidad adolescente en los países en desarrollo y las estrategias en marcha para combatir esta problemática.
La adolescencia es un periodo de transición hacia la adultez, en donde se presentan cambios psicológicos, cognitivos y sociales que repercutirán en el desarrollo de la vida adulta, contando con nuevas responsabilidades, roles y oportunidades, por lo tanto representa una etapa crítica del desarrollo del ser humano. A su vez, hay un incremento del interés sexual debido a que ocurre simultáneamente con la pubertad, además de un aumento de conductas de riesgo que predisponen el inicio de las relaciones sexuales o sexar quía. En el transcurso de la historia, la educación sexual ha variado, desde la total negación de información hacia los niños y adolescentes hasta la historia contemporánea, donde se observa la participación activa de la comunidad, instituciones educativas y los padres para brindar información a este grupo poblacional a que promueva su salud sexual.
Según la Organización Mundial para la Salud (OMS), la salud sexual se refiere “al total estado de bienestar físico, mental y social en relación a la sexualidad; que requiere un enfoque positivo y respetuoso… así como la posibilidad de tener relaciones sexuales placenteras, seguras, libres de coerción, discriminación y violencia”. A nivel mundial, existen aproximadamente 1,8 billones de adolescentes, constituyendo la corte más grande de este grupo de población en la historia de la humanidad. En Latinoamérica y el Caribe, 165 millones de personas se agrupan entre los 10-24 años de edad, lo que refleja un cuarto de la población de esta región. Por otro lado, la globalización y la entrada de nuevas tecnologías ha generado también el desarrollo de múltiples recursos en los adolescentes, como mayor instrucción académica o conocimiento de sus derechos, pero aún existen muchos jóvenes con inequidades socioeconómicas que influyen de forma importante en sus expectativas de vida, siendo las más relevantes la alta tasa de embarazo adolescente (EA) y la baja tasa de empleo.
Se estima que más de la mitad de los adolescentes viven en países subdesarrollados con altos niveles de pobreza, violencia, enfermedades crónicas, virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH), malnutrición y deficiente salud sexual y reproductiva. La problemática incluye una alta fecundidad en los adolescentes y por lo tanto la urgencia de métodos de prevención, como la anticoncepción, especialmente en el grupo de mayor riesgo como lo son las adolescentes activas sexualmente que no se encuentren casadas. La tasa de fecundidad adolescente (TFA) en Latinoamérica es de aproximadamente 61 nacidos vivos (NV) por cada 1000 adolescentes entre 15-19 años de edad y a pesar de esto, la cobertura de anticoncepción se estima sea sólo del 15%3. El EA se ha relacionado con la pobreza, los grupos socialmente aislados, la violencia de género y el matrimonio precoz, por lo que afecta principalmente a poblaciones marginales que generalmente no tienen acceso a los servicios de salud o es limitado, lo que agrava la situación de estas adolescentes. El adolescente transcurre con la pubertad como periodo crítico en su desarrollo, con cambios biológicos que le hacen sexualmente apto, no obstante, un embarazo sano no requiere únicamente de condiciones biológicas sanas, sino también de condiciones psicológicas y sociales en las cuáles la adolescente puede no estar preparada. Por esta razón, el embarazo en esta etapa de la vida está asociado a múltiples complicaciones perinatales y a largo plazo para la madre6,7. Los objetivos para el desarrollo sustentable incorporan la importancia de la salud sexual y reproductiva en la población mundial, siendo factores determinantes para el bienestar y desarrollo global, por lo que el objetivo de esta revisión es presentar los aspectos epidemiológicos actuales del EA y las principales medidas de acción y prevención para limitar el avance de esta “epidemia” en el mundo y particularmente en Latinoamérica.
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